Bosques de alcornoques
Un ejemplo de desarrollo sostenible
Los bosques de producción de alcornoques se adaptan muy bien a las regiones semiáridas del sur de Europa, previniendo la desertificación y proporcionando el hábitat perfecto para muchas especies de animales y plantas, incluidas algunas especies raras y en peligro de extinción. Preservar las áreas de bosque de alcornoque, así como la viabilidad económica del corcho es fundamental para mantener la biodiversidad, evitar la desertificación y promover la estabilidad social regional. Según WWF, alrededor de cien mil personas en el sur de Europa y el norte de África dependen directa o indirectamente de los bosques de alcornoques.
La producción de corcho está asegurada por las nuevas plantaciones a cada año. Los árboles jamás se talan o se extraen sin una decisiva autorización del gobierno, lo cual prohíbe esta actividad. País productor de más del 50% del corcho del mundo, Portugal ha dedicado particular atención a este recurso increíble. Las primeras regulaciones portuguesas que protegen los alcornocales datan del siglo XIII.
El papel del corcho con relación a la prevención del calentamiento global es significativo. La corteza de corcho del árbol se regenera después de la cosecha y se sabe que un árbol de corcho cosechado absorbe de 3 a 5 veces más carbono. Un reciente estudio indicó que los alcornocales portugueses pueden absorber 4,8 millones de toneladas de carbono cada año, y se estima que los alcornocales mediterráneos pueden, juntos, absorber más de 14 millones de toneladas de carbono por año.
La industria del corcho es, en esencia, ecológica y eficiente. Se utiliza todo el corcho, no se desperdicia ni un gramo. Los subproductos y desperdicios se convierten en diferentes productos (suelos, elementos decorativos, industria del automóvil...) y el reciclaje (post-industrial y post-consumo) es una práctica común. Incluso el polvo de corcho se utiliza con el objetivo de generar energía.